La historia detrás de una foto que simboliza el hambre en Gaza: “La tomé mientras yo mismo pasaba hambre”


Ahmed al Arini tuvo que caminar un buen rato con la cámara al hombro para llegar a la tienda de campaña donde malvive el pequeño Mohamed con su familia. Una más en medio de un océano de lonas que abarrotan el campo de desplazados situado al este de Ciudad de Gaza. Mohamed Zakariya Ayyoub al Matouq tiene un año y medio y pesa apenas seis kilos. La imagen de su cuerpo esquelético, en los brazos de su madre, ha dado la vuelta al mundo como símbolo de la catástrofe humanitaria que asola la Franja tras más de cuatro meses de bloqueo impuesto por Israel a la entrada de ayuda humanitaria y más de 60.200 muertos.
Lleva una bolsa de plástico negra en lugar del pañal, un producto que escasea y que ya se ha convertido en un lujo inalcanzable para la mayoría de los gazatíes, ya que uno de ellos puede llegar a costar 10 shekels, alrededor de tres dólares. Las familias se ven así obligadas a suplirlos como pueden, con viejos trapos o bolsas de plástico.
Al Arini retrató al pequeño Mohamed para mostrar al resto del mundo el hambre extremo que afecta a los niños gazatíes. Entre un disparo y otro, tenía que parar y respirar profundamente. “Lo fotografié en el interior de una tienda de campaña para familias desplazadas, en medio del hambre, el dolor y una grave escasez de leche de fórmula y pañales”, recuerda este fotógrafo de 25 años. “Decidí documentar su historia —y la de otros niños— porque los signos del hambre eran claramente visibles en él. Había visto sus fotos anteriores, cuando estaba sano y lleno de vida, y luego vi el desgarrador estado en el que se encuentra ahora”, añade en conversación con este periódico a través de un servicio de mensajería instantánea. Mohamed había pasado de nueve a seis kilos, alrededor de la mitad de lo que suele pesar un niño de su edad. “Me sobrecogió el dolor al ver lo demacrado que estaba. Hice estas fotos mientras yo mismo pasaba hambre”, explica.

La historia de Mohamed no es un caso aislado. El Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) estima que más de 320.000 menores de cinco años en Gaza se enfrentan al riesgo de desnutrición aguda. Alrededor de 90 menores han fallecido por esta causa desde el 7 de octubre de 2023, según el Ministerio de Sanidad gazatí, controlado por Hamás.
Gaza vive, actualmente, el peor escenario posible de hambruna. Así lo alertó el pasado martes la Clasificación Integrada de la Seguridad Alimentaria (IPC, por sus siglas en inglés), el principal sistema internacional para monitorear el hambre. Los últimos datos, recopilados por la organización a través de entrevistas telefónicas en julio, evidencian que el 81% de los hogares atravesaban días en los que no tenían ningún alimento que comer. Un 96% de los hogares encuestados, además, declararon haber pasado hambre varias veces al día en el último mes. Nueve de cada 10 hogares, incluso, asumieron riesgos para obtener alimentos o los buscaban entre la basura. “El acceso de la población a los alimentos en toda Gaza es ahora alarmantemente irregular y extremadamente peligroso”, dice el IPC en un documento de alerta difundido en su página web. De acuerdo con sus cifras, entre abril y mediados de julio, más de 20.000 niños han sido ingresados para recibir tratamiento por desnutrición. La única solución, advierte el IPC, es un cese de hostilidades que permita el acceso sostenido y seguro de ayuda humanitaria.
El ejército israelí anunció el domingo algunas medidas para garantizar un mínimo alivio del bloqueo y permitir más entrada de ayuda a través de “rutas seguras”. Naciones Unidas, sin embargo, sigue insistiendo en que es insuficiente para evitar una hambruna y una crisis sanitaria catastrófica y denuncia obstáculos “burocráticos y de seguridad” al ingreso de suministros por parte de Israel.
“La gente vive en condiciones desesperadas, en tiendas improvisadas instaladas en las calles y entre los escombros de sus casas destruidas. Se enfrentan a una grave crisis. Los precios están por las nubes, faltan todos los alimentos y suministros básicos, no hay gas para cocinar”, enumera el fotógrafo.
Trabajar como fotoperiodista en este contexto me llena de dolor y me agota
Ahmed al Arini, fotógrafo gazatí
Los periodistas gazatíes son los únicos narradores de lo que ocurre en la Franja, ya que el Gobierno de Benjamín Netanyahu ha vetado la entrada a la prensa internacional desde el comienzo de la ofensiva. Desde entonces, más de 230 informadores han fallecido a manos del ejército israelí, según el Sindicato de Periodistas Palestinos.
Al Arini, quien actualmente colabora con varias agencias de noticias internacionales, tuvo que huir de Yabalia, en el norte del enclave, después de que el hogar de su familia resultara destruido como consecuencia de un ataque israelí. Desde entonces, vive en la capital, Ciudad de Gaza. “Trabajar como fotoperiodista en este contexto me llena de dolor y me agota. Cubres la guerra y el asedio mientras estás hambriento, agotado e incapaz de proporcionar alimentos a tu propia familia e hijos. Quizá el mundo se haya acostumbrado a estas escenas. Llevamos casi dos años conviviendo con la muerte, la destrucción y el asedio. A nadie parece importarle lo que están soportando los civiles y la gente inocente de Gaza”, lamenta. Sin embargo, sigue esperando que esas imágenes “puedan ayudar a detener el genocidio y a poner fin a esta dolorosa guerra”.
EL PAÍS